martes, 1 de mayo de 2012

Cuentos desde mi rincón: reivindicaciones en casa


   Esa mañana se encontraba cansada, acababa de mandar a los niños al colegio  y  estaba tomando un café.             El día anterior había ido al médico a recoger unos análisis, nadie le había preguntado que le habían dicho, ¿no les preocupaba?. Se puso a  pensar que tareas tenía pendiente y lo único que se le ocurría es que no le apetecía nada más que estar allí sentada, en la mesa de la cocina, dejando pasar el tiempo sin mover un músculo, si acaso el cerebro que no lo utilizaba mucho últimamente. Hacía tiempo que no pensaba en sí misma, todo su trabajo era pura rutina y cuando la familia regresaba apenas le prestaban un poco de atención, cada cual dedicado a sus menesteres:  su marido el ordenador, su hijo la play y la niña el teléfono..

   Hizo  un esfuerzo y caminó despacio hacia los dormitorios, ya sabía que se iba a encontrar. En su alcoba , su marido había dejado el traje del día anterior encima de la butaca, la camisa y la ropa interior en el suelo del cuarto de baño, crema de afeitar en el lavabo y los tapones de gel y champú sin colocar. Su hija tenía  la cama sin hacer y medio armario encima, esa mañana como casi todas, no tenía claro que ponerse para ir al instituto.   El colmo llegó  con el  cuarto del niño de 12 años, con la ropa del día anterior por el suelo, los libros desparramados por la mesa de estudio y la mesilla de noche llena de tazos, pin, chapas, mandos de play, juego, cromos de futbol..… ¡!aquí no cabe ni el polvo!! pensó desesperada. Comenzó  a recoger todo y cuando iba  a echar mano al calcetín que muy amablemente, su hijo de una patada,  había mandado debajo de la cama, según él para meter gol, se dio cuenta de que no tenía que hacer esa labor: !! Era la esposa y madre, no la esclava!!, !!era un miembro de esa familia y no la criada de cada uno!!… Dejó caer todo lo que tenía en las manos y decidió que desde ese  día iban a cambiar las cosas!!Ella también iba a reivindicar y protestar!!.
Se marchó  a la cocina, cogió el bloc de notas, donde apuntaba las compras, y empezó a redactar sus exigencias:
Con motivo de mi total desacuerdo con la jornada laboral y la  función a la que he sido relegada en esta casa, creo conveniente manifestar  mis peticiones para el cambio de esta situación a partir de hoy. Mis reivindicaciones son las que siguen:
  • No volveré a recoger una prenda de ningún dormitorio. Lo que no esté  en el cesto de la ropa, no se lavará
  • Solo pondré y seré responsable de 3 lavadoras a la semana, el resto será problema de cada uno.
  • Todos aprenderán el manejo de los electrodomésticos de la casa, ya que he notado que  cada uno, sin excepción, es un hacha en las nuevas tecnologías.
  • Los dormitorios son asunto  de cada usuario del mismo, excepto el   de matrimonio, que la tarea será compartida o alternativa. Si no se recogen en el plazo de la semana,  al finalizar ésta habrá sanciones. Sin excepciones por edad..
  • Después de planchar cada uno  recogerá  y guardará  su ropa (estaba cansada que después de 15 años viviendo con su marido, cada día le preguntara donde estaban los calcetines, sería la manera de que aprendiera de una vez.. Esa mañana cuando le volvió a preguntar por millonésima vez lo mismo, le contestó que mirara en su sitio habitual,  el microondas)
  • Empezaré  a delegar responsabilidades  (palabra que  su señor esposo usaba habitualmente hablando de su trabajo y de su jefe y parecía que le agradaba que le asignaran  nuevas competencias. ¡! Pues en casa las iba a tener también ¡! Ahora  se pondría contento cuando le dijera que le hacía responsable de un montón de tareas importantes y que esperaba lo mejor de él…)
  • Las tareas domesticas comunes, se repartirán  equitativamente, dependiendo de horarios y  gustos. En caso de no ponerse de acuerdo se hará  un sorteo y serán cambiadas todos los meses, si se creyera conveniente…
  • Y algunas otras reivindicaciones  que se discutirán  dentro del marco de la negociación.
No habrá  servicios mínimos y  no se admitirá  ningún tipo de presión psicológica  o chantaje emocional por parte de cualquiera de los miembros.
Si no se aceptan las peticiones, estimaré oportuno ponerme en huelga a partir de las 21 horas  del día de hoy  y continuará  mientras no haya un entendimiento y aceptación por todas las partes.


   Dicho esto, volvió a los dormitorios y recogió todo apresuradamente, limpió los baños, arregló el comedor y la salita,  hizo la comida (hoy tocaba revuelto de espárragos  y chuletas empanadas), dejó la mesa puesta y al lado de cada plato colocó una copia de reivindicaciones y un bolígrafo.
   A eso de la una y media, se arregló y se fue a dar una vuelta, tomó  un sándwich  y un café y se metió en un cine. Al salir, miró el teléfono,  tenía 80 llamadas perdidas de su casa,   regresó sin devolver ni una. 
   Cuando abrió la puerta, se dirigió al salón, donde su familia seguía como cada tarde, entregada a sus “”tareas de relajación””, no parecían muy preocupados.  Sonrió  y muy amablemente les preguntó:
- ¿Habéis leído lo que os dejé y lo habéis  firmado?
  Hubo un momento de  silencio  que se rompió cuando los tres comenzaron a hablar  al mismo tiempo. Levantó la mano y  les mandó callar. Miró a su marido
-¿Juan?
. – ¿Dónde has estado?, no importa.  Quiero  cenar  para irme a dormir, mañana madrugo, tengo  una reunión importante.- 
No contestó y  dirigió la vista a su hija de 14 años
-Adelante  Julia, dime
- ¡!No está planchada la camiseta que te dejé, antes de irme al instituto!! Es la que pensaba ponerme  mañana, ¿me la plancharás esta noche?
-¿Dónde la dejaste?
-¡!!Encima de la cama, la tenías que haber visto.!!
Pensó en la cantidad de ropa que veía cada día en esa cama. Miró a su hija y  la vio  por primera vez, era obra suya. Pero todo tiene arreglo en esta vida, pensó. Enarcó una ceja y sonrió con cara de inocente.
-¿Tienes alguna otra para ponerte?
Si, pero, esa es la que me queda bien con el pantalón vaquero negro…
-¡!!Ya sabes donde está la plancha!!!
Cuando miró  al niño y le dijo que no había hecho los deberes porque ella no estaba para ayudarle, su paciencia se agotó. Vio que ninguno había mostrado el  más mínimo interés en  lo que estaba demandando, así que miró la hora  y dijo:
-Son las 9 y media, visto lo que hay, desde hace media hora estoy en huelga.
Sin decir  una palabra más,  dio media vuelta y se marchó  a la cocina, donde se encontró que aún los platos no los habían metido en el lavavajilla. Cerró un momento los ojos, respiró hondo y tomó una decisión, ¡!no movería un dedo por ninguno de ellos!!.  Cenó un yogurt y una manzana y se fue a su cuarto a ver la tele.
Durante los dos días siguientes se mantuvo firme y no cedió ni un ápice.  Cocinaba para ella y arreglaba su cuarto y su ropa .No les prestó la mínima atención a ninguno, cada vez que venían con alguna queja.  La ropa se acumulaba en el cesto, que ya rebosaba, y en el fregadero no cabía un plato. ¡!Habían recurrido a la vajilla buena, ¡!era el colmo!!. Como no podía ver esa situación les dijo que al día siguiente se iría a visitar a su hermana hasta que la solución llegara. Cuando estaba haciendo el equipaje vino una comisión al dormitorio en forma de  marido y comentó que estaban de acuerdo  en  sentarse a  la mesa de negociación, dejó la maleta y  aceptó. Fue muy duro tener que enfrentarse a los suyo y no dejar que el amor que les profesaba, acabaran con los propósitos que se había hecho.  Cuando  sus   peticiones fueron aprobadas, se levantó, dio un beso a cada uno y  dando las gracias  les dijo que había sido un gran paso para el buen entendimiento de todos y se fue a hacer la cena.
A partir de ese momento  tuvo más libertad de movimiento, su casa funcionaba mejor porque ahora todos y cada uno de ellos se encargaba de no manchar y no poner cosas por medio  para no tener que recoger y  había roto la relación de dependencia que su  familia mantenía con ella. Además encontró tiempo  para dedicarse a sus aficiones y  a estudiar con la intención de volver a ejercer su profesión, que dejó cuando nació su hija
.Lo mejor de todo, es que  ahora se sentía tratada como persona y su familia empezó a valorarla, sin dejar de quererla ni una pizca por haber puesto fin a una situación injusta.
 A veces hay que cerrar los ojos y hacer… pero esa será otra historia….

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