lunes, 27 de agosto de 2012

- El Ayer : El cine Martín, recuerdos...

Hablemos de un lugar importante en nuestras vidas: El cine Martín..
PINCHA CON EL RATÓN Y OIRÁS LA MÚSICA ....






Representó para los niños de nuestra generación una puerta al mundo exterior y al engrandecimiento de nuestras pequeñas mentes infantiles.
 Oíamos su llamada desde  la calle Monte con la música saliendo de sus altavoces, al igual que por la mañana las campanas habían repicado para misa.





El Ambigú del cine Martín








Los recuerdos de Miguel 
""Me vienen la memoria, aquellas sillas de enea, tan sufridas ellas y que aguantaron tanta lágrima y tantos aplausos. Lágrimas al ver a alguien marcharse a algún lejano lugar... al ver morir al héroe... al ver llorar a alguno de los personajes en blanco y negro y después en color. Aplausos cuando el 7º de caballería llegaba, casi siempre , o siempre, tarde, para salvar a los últimos colonos, a Gari Cuper (o como se escriba)o a otro de aquellos pistoleros o soldados americanos que nos hicieron vibrar  en las sufridas silla de enea.(Después fueron sustituidas por butacas de madera, con los asientos plegables, con los que formábamos una ruidosa orquesta al cerrarlos.
Recuerdo la taquilla en la que sacábamos aquellas entradas coloreadas, pequeños tiques que Manolo , el portero, nos recogía después de darnos un trocito... por si había que devolcer el precio de la entrada. Y es que nunca sabías si Jaime y Fernando conseguirían acabar la proyección. ¿Cuántas veces Tarzán (Weismuller) salvaba a Jaine (la rubia) de las garras de un fiero león, de los colmillos de un voraz cocodrilo, de las puntiagudas lanzas de los guerros zulus...al principio de la película...; y cuantas veces los componentes del safari eran los últimos en llegar a la blanca pantalla.

Fernando
 Recuerdo los cabreos que nos tomábamos los menores cuando echaban una pa mayores... Recuerdo especialmente la noche que echaron "La gata sobre el tejado de zinc" de Elisabet Tailor (o como se escriba), las de veces que le dimos la lata a Manolo para que nos dejase entrar y como si nada.
Recuerdo también, ya en épocas más modernas, una noche de jueves de esas en la que un hombre podía llevar gratis a una mujer, que en lo más intrigante de Spicosis ( la primera, la de Antoni Perkin (o como se escriba)) la tierra tembló, hubo un pequeño terremoto en este pueblo y, con el susto ya metido en el cuerpo, salimos todos corriendo a la calle, con la spicosis por las nubes. ""


Pero cuando se apagaban las luces, todos nos sentábamos en nuestros asientos, con la bolsa de regaliz o caramelos esperando que sonara,


el preludio, la obertura de lo que vendría después....


3 comentarios:

  1. Hola Mriló! cuantos y cuantos recuerdos madre mía!.
    Me pasaba las mañanas del fin de semana sentada en los escalones de la caja de ahorros con mi amiga comiendo todas las chucherias posibles, para volver al atardecer solo para escuchar la música que como bien dices se escuchaba por los altavoces del cine invitando a los vecinos de los dos pueblos y a todo el que se encontrara por sus alrededores, pero en ese entonces las pelis para los pequeños vecinos estaban vetadas la mayoría de las veces así es que unas veces con mi amiga y otras veces sóla yo me sentaba en esos escalones y escuchaba esa musica del recuerdo como es ahora, Los Brincos, FormulaV ( ni siquiera se si así se escribe ) y todos estos grupos que eran de mi época de niña que empieza la adolescencia, pero lo que nunca olvidaré es esa sensación de encontrarme muy bien sentada en esos escalones comiendo chicle Bazoca y un cartucho de choches de los que vendían unas casas más arriba de la mía.
    Me he emocionado muy agradáblemente al leer esta entrada, son bonitos recuerdos que a veces es agradable recordar, feliz fin de semana......y saludos.

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  2. Inmaculada, mis recuerdos son los mismos que los tuyos, además del chicle pegado en el pelo a la salida del cine, el cartucho de patatas fritas de Pablo, cuyo olor y sabor aún perviven en mí y las chuches en la ""casita de papel"" de la Modesta (la tienda más abajo del cine)sin contar con la tira de ciquitraques que siempre andaban explotando los domingo en las aceras.
    Dicen que cuando nos hacemos viejos es cuando más nos acercamos a los recuerdos de la niñez y más cerca nos parecen, pueden que tengan razón o es simplemente nuestro amor por todo lo que nos acompañó en la infancia lo que hace que nos sea grato recordar

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